TerceraInformacion
26-10-2011
La geopolítica de las potencias en el siglo XXI
Artículos de Opinión
Juan Eduardo Romero(*)
26-10-2011
La geopolítica de las potencias en el siglo XXI
Artículos de Opinión
Juan Eduardo Romero(*)
El reciente asesinato de Mohamar Gadhafi no es un hecho
fortuito. No se trata de desconocer que el férreo gobierno que mantuvo
desde 1969 no tuviera fallos y mucho menos que fuera toda una
exageración. Creo que hay un problema conceptual de forma que debe ser
comprendido en su justa medida.
En primer lugar, hay consideraciones sobre los efectos de los liderazgos personalistas y religiosos en África y Medio oriente. Hay una tradición histórica que nos muestra múltiples gobiernos al estilo Gadhafi en toda el área. La pregunta ¡por qué intervenir en unos y en otros no?¿Por que se permitió la masacre en Egipto, Yemen y otros espacios y no se declaro un embargo como el de Libia? La respuesta es que en esos países alineados con los intereses estratégicos de los EEUU en la zona, se produjo una “transición” hacia un modelo acordado que mantuviera el estado de dominación y control; por lo tanto en ese esquema el líder libio no encajaba y se hizo necesaria su desaparición.
En segundo lugar, hay un tema político-cultural. Libia y antes que él, Irak y antes Afganistán, reflejan el planteamiento sostenido en EEUU por Samuel Huntington sobre un “choque de civilizaciones” que amenazaba la supremacía de occidente, autorepresentada en la figura de los EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia. Esta amenaza al orden mundial que surgió luego de la II Gran Guerra (1939-1945) y que permitió consolidar la estrategia hegemónica planteada por los EEUU desde los inicios de su expansión imperialista con la formulación de la Doctrina Monroe en 1823, no puede ser permitida bajo ningún marco jurídico, político o diplomático. Por ello el accionar contundente de todas las fuerzas de la OTAN contra el pueblo Libio.
En tercer lugar, el tema del reacomodo geopolítico energético. Los EEUU y en general el denominado G-8, con la excepción de Rusia y Canadá, tienen la disyuntiva que sus reservas energéticas (petróleo y gas) reales o estratégicas, se encuentran en franca disminución. Los EEUU tienen reservas estratégicas limitadas y ya el presidente Obama anunció la utilización de más de 30 millones de barriles de sus reservas. Ello es así, pues los EEUU para mantener su supremacía militar deben dotar de gasolina – para movilización y acción- a sus más de 250.000 soldados repartidos en todo el mundo (180.000 en Irak, 40.000 en Afganistán y el resto en todo el mundo). Ello representa para cada soldado en capacidad de movilizarse y actuar un costo de 60 lts de gasolina diarios. Es decir, estamos hablando que el costo del mantenimiento energético de la maquinaria de guerra de los EEUU es de 15 millones de lts, que al multiplicarlo por su costo en US$, representan casi 30 millones de US$ diarios, 210 millones semanales, 840 millones de US$ mensuales. Por ello, la intervención en Libia se traduce en una repartición de sus capacidades energéticas, tal como sucedió con Irak y Afganistán.
En primer lugar, hay consideraciones sobre los efectos de los liderazgos personalistas y religiosos en África y Medio oriente. Hay una tradición histórica que nos muestra múltiples gobiernos al estilo Gadhafi en toda el área. La pregunta ¡por qué intervenir en unos y en otros no?¿Por que se permitió la masacre en Egipto, Yemen y otros espacios y no se declaro un embargo como el de Libia? La respuesta es que en esos países alineados con los intereses estratégicos de los EEUU en la zona, se produjo una “transición” hacia un modelo acordado que mantuviera el estado de dominación y control; por lo tanto en ese esquema el líder libio no encajaba y se hizo necesaria su desaparición.
En segundo lugar, hay un tema político-cultural. Libia y antes que él, Irak y antes Afganistán, reflejan el planteamiento sostenido en EEUU por Samuel Huntington sobre un “choque de civilizaciones” que amenazaba la supremacía de occidente, autorepresentada en la figura de los EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia. Esta amenaza al orden mundial que surgió luego de la II Gran Guerra (1939-1945) y que permitió consolidar la estrategia hegemónica planteada por los EEUU desde los inicios de su expansión imperialista con la formulación de la Doctrina Monroe en 1823, no puede ser permitida bajo ningún marco jurídico, político o diplomático. Por ello el accionar contundente de todas las fuerzas de la OTAN contra el pueblo Libio.
En tercer lugar, el tema del reacomodo geopolítico energético. Los EEUU y en general el denominado G-8, con la excepción de Rusia y Canadá, tienen la disyuntiva que sus reservas energéticas (petróleo y gas) reales o estratégicas, se encuentran en franca disminución. Los EEUU tienen reservas estratégicas limitadas y ya el presidente Obama anunció la utilización de más de 30 millones de barriles de sus reservas. Ello es así, pues los EEUU para mantener su supremacía militar deben dotar de gasolina – para movilización y acción- a sus más de 250.000 soldados repartidos en todo el mundo (180.000 en Irak, 40.000 en Afganistán y el resto en todo el mundo). Ello representa para cada soldado en capacidad de movilizarse y actuar un costo de 60 lts de gasolina diarios. Es decir, estamos hablando que el costo del mantenimiento energético de la maquinaria de guerra de los EEUU es de 15 millones de lts, que al multiplicarlo por su costo en US$, representan casi 30 millones de US$ diarios, 210 millones semanales, 840 millones de US$ mensuales. Por ello, la intervención en Libia se traduce en una repartición de sus capacidades energéticas, tal como sucedió con Irak y Afganistán.